9.9.09

Simplismo y parsimonia (copy)

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Explicaciones atractivas
Núm. 16. Lunes 21 de abril de 2003

x Eduardo García Gaspar

La verdad es que los humanos tenemos una tendencia a la simplificación para hacer nuestra vida más sencilla y menos complicada. Cuando enfrentamos realidades complejas, esa tendencia a la reducción simple puede ser de gran ayuda, pero también puede llevar a errores garrafales.

Cuando en la ciencia se logra explicar mucho con poco, eso se llama parsimonia. La parsimonia es una gran cualidad de la ciencia y se ejemplifica en ecuaciones breves que tienen el poder de explicar una realidad compleja de manera llana y comprensible. Lograr soluciones parsimoniosas es una cualidad envidiable en cualquier ciencia.

Sin embargo, puede suceder y sucede que nuestras ansias de explicar la realidad nos lleve a esclarecimientos falsos que tienen ventajas de simplicidad pero que son erróneos. De seguro, uno de esos casos de simplismos extremos y falsos sea la buena cantidad de opiniones expresadas acerca del conflicto con Irak.

Esa realidad en extremo compleja es tratada de ser explicada de maneras sencillas, lo que es muy humano y nos agrada, pero nos lleva a caminos erróneos. Por ejemplo, la posición del pacifismo absoluto, defendida por muchos, se basa en que el valor máximo posible es la paz, al costo que sea.

Esa posición es débil, conduce a abusos de poder y guerras, pero es muy atractiva para quienes no ven que existen valores mayores al de la paz a toda costa. Igualmente resulta atractiva, por sencilla, la explicación del conflicto con Irak sobre la base del dominio territorial de una región en la que abunda el petróleo.

No importa que ella carezca de fundamento económico sólido, pues resulta en una explicación breve, sencilla que nos simplifica la realidad y eso tiene la cualidad de tranquilizar nuestras vidas. Verá usted ya la gran ventaja de las explicaciones simples, pues cualquier persona puede decir “mira, toda la guerra se debe a que EEUU quiere dominar el petróleo del mundo” y una vez dicho eso la persona siente que ha explicado todo sin un ápice de error. Igualmente, otra persona puede decir que “todas las guerras sin excepción son malas” y quedar satisfecha a pesar de que la realidad niegue eso.

A esas simplificaciones extremas ayudan mucho las visiones caricaturescas que simplifican los problemas. Una de ellas es común en estos días y está resumida en un texto de un columnista, publicado hace unos días. “…El siguiente (triunvirato) fue el de Hitler, Mussolini e Hiroito. El triunvirato moderno corre por cuenta de Bush, Blair y Aznar. Una chulada…”.

No importa que la historia niegue posibles comparaciones para aceptar esa simplificación de caricatura. Mi punto en esta segunda opinión no es defender ninguna de las posiciones acerca del conflicto con Irak, sino señalar los peligros de malos análisis de la realidad, que es bastante más compleja de lo que suponen esas explicaciones simplistas y de caricatura. Cuando alguien explica una realidad de manera equivocada tomará decisiones malas y de eso no nos podemos librar.

Pero si analizamos la realidad con más objetividad, con menos simplismo, será posible tomar decisiones mejores. El otro peligro de los simplismos es el de provocar terquedad y anorexia mental. Las personas que, por ejemplo, están convencidas de que todo se debe a la intención de dominar el petróleo mundial por parte de EEUU, no admiten que hacerlo por medio de la guerra no es negocio, que hay abundantes yacimientos en otras partes como Alaska y Rusia, que sería más atractivo negociar que pelear y que eso ignora el aspecto de armamentos iraquíes y otras razones. Le digo, esto no es una defensa de ninguna de las posiciones en pro y en contra de esa guerra. Lo que intento hacer es una defensa del uso de la razón y el análisis.

Lo que quiero hacer es atacar explicaciones simples, engañosas y de caricatura, porque ellas llevan a caminos equivocados. Ha habido explicaciones del conflicto, algunas de ellas realmente brillantes en pro y en contra, pero es desafortunado que la mayoría de ellas hayan sido infantiles y simplistas. Y más dramático aún es el caso de escritores y académicos que han sucumbido a esas explicaciones ridículas cuando su deber era el explicar lo mejor posible un fenómeno. Parece que olvidamos nuestra capacidad de pensar.


M
uchas Mil gracias a Manolo . <3

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